Hoy los de la residencia nos han llevado
a todos a dar un paseo por el nuevo centro comercial, inaugurado hace una
semana a tan sólo dos calles del asilo. Ha sido un día digno de recordar.
Primero hemos asistido a una
conferencia en la que nos han soltado un rollo sobre disfrutar del tiempo
cuando ya no tienes nada que hacer. Lo gracioso es que la conferencia la daba
un tipo al que aún le quedan muchos años con mucho por hacer.
Después del tostón nos han dado
libertad para pasear a nuestras anchas. Ray y yo hemos comenzado a charlar de
los viejos tiempos mientras paseábamos por allí, criticábamos el que hoy día no
haya ningún súper grupo para salvarle el culo al planeta. El último grupo se
separó hace más de quince años, cuando Trauma-Girl pilló a Puño de Oro en la
cama con Rosa Escarlata. Desde entonces, los pocos superhéroes que aún ejercen,
lo hacen por libre.
Charlando hemos parado a comprar
unas latas de refresco, sin gas por supuesto; es curioso lo mal que me sienta
el gas ahora cuando antes prácticamente, todo cuanto bebía tenía más burbujas
que líquido...
En fin, íbamos tranquilamente
pasando junto a las tiendas cuando, de pronto, ha salido un tipo corriendo de
una joyería. Tras él, el dueño salió pidiendo ayuda a gritos.
De forma instintiva, Ray ha
acelerado su silla para perseguir al mangante y yo, he realizado un lanzamiento
alto de lata de refresco. El impacto contra la cabeza del chorizo ha resonado
por todo el centro comercial, acallando hasta el mismísimo hilo musical. Pese a
ello, la fuerza con la que lo he lanzado no ha sido suficiente para detener al
ladrón, que ha seguido corriendo tras sólo unos segundos de confusión.
Ray le seguía de cerca con su
silla de ruedas modificada a una velocidad sorprendente pero, aún así, el caco
le sacaba ventaja a cada zancada. El cabrón, en lugar de un chorizo parecía un
maratoniano a juzgar por cómo corría.
Estaba a punto de escaparse, pero
entonces ha entrado en juego Leonor. Con su metro sesenta y dos de estatura,
sus piernas y brazos escuálidos y arrugados, y sus gafas de culo de vaso, se ha
plantado delante del ladrón, bastón en mano y mirada asesina.
El tipo ni siquiera lo ha visto
venir. Cuando se ha fijado en la presencia de Leonor ya era tarde. Ella ya
había comenzado el movimiento que acabaría partiendo en dos el bastón en la
cabeza del chorizo, que se ha desplomado en el suelo al instante. Luego todo
han sido vítores y alabanzas hacia la heroína del día.
Más tarde, ya en la residencia,
Leonor nos ha contado a mí y a Ray que lo que la ha hecho actuar así, ha sido
ver cómo nosotros hemos tratado a su vez de detener al ladrón. Eso le ha dado
fuerzas de hacer algo que para ella hubiera sido impensable de no tener un
ejemplo a seguir.
Puede que sea una tontería, pero
esto me da la idea de que quizá sea éste un buen momento para iniciar un nuevo
súper grupo, aunque ninguno tengamos súper poderes. Al fin y al cabo, tenemos
que disfrutar del tiempo ahora que no tenemos nada que hacer...
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