Tengo el culo como si una rata
hubiera estado bebiendo en él toda la noche. Me duele como no me había dolido
jamás el disparo de un rifle antitanque. Es como si tuviera metida la boquilla
de un soplete con el hierro al rojo vivo.
Según el simpático del doctor
Lindemann sólo es una hemorroide. Una puta almorrana que me ataca con más furia
que todos los ejércitos del mundo juntos, apenas me puedo mover y ni siquiera
puedo ni pensar en sentarme sin que me duela, y el muy jodido me dice que
"sólo es una hemorroide". ¡Es una puta bomba atómica estallando en mi
jodido culo!
Me paso el día tumbado boca
abajo, tratando de no pensar, de no sentir, de no existir por tal de no notar a
ese monstruo devorándome. Y por difícil que parezca, casi lo consigo. Hasta que
el puto Ray entra en mi habitación haciéndose el simpático, soltando sus
bravuconadas y contándome batallitas de cuando se metía en su armadura robótica
de Gamma-Ray.
Maldito hijo de puta, te metía tu
jodida armadura por el círculo de los amores de tu apestoso culo hasta lo más
hondo de tu ser. Siento que hiervo de rabia, la ira se apodera de mí y recorre
todo mi cuerpo, hasta que llega a mi amiga almorrana. Entonces ésta se inflama
como mil demonios y siento que necesito morir, o eso, o tranquilizarme, pero es
tan hartamente imposible calmarse teniendo al cenizo de Ray, metido en mis
tímpanos con su maldita voz penetrantemente aguda...
Entonces el capullo me pregunta
que si me pasa algo. ¿Será huevón? No, no me pasa nada, estoy muriendo en vida,
pero me encuentro fenomenal, saco de pulgas. En ese momento, es como si algo
hiciera una conexión telepática desde mi almorrana hasta su pútrido cerebro de
tecno-científico, y el tipo echa la cabeza atrás y dice saber lo que me pasa.
Me dice que no me preocupe, y que ahora vuelve. ¡Vete, mamón! ¡Vete y tírate
con tu silla rodando por las escaleras, a ver si te rompes la crisma!
Al rato vuelve con una pistolita
que casi parece de juguete. Me dice que él tiene este problema a menudo y que
un día inventó un chisme para reducir el tamaño de la hemorroide hasta el punto
de que apenas se note. ¿Qué queréis que haga? Se trata de un asunto de vida o
muerte, así que me bajo el pantalón y le pongo el culo en la cara. Él hace su magia
con la pistolita y siento que mi trasero respira de nuevo, el alien ya no está.
Lleno de alegría siento que
vuelvo a ser humano, y mirando a Ray orgulloso de su invento, recuerdo que
tampoco era tan mal tipo. Quizás es que siempre tuve envidia de su fortuna, y
sus ligues, y su fama... Pero en el fondo, sé que las veces que hemos luchado
codo con codo, han sido las mejores, y que siempre fue un tío con el que se
podía contar.
Quizás no esté tan mal esto de
tener un amigo aquí dentro después de todo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario