Leer antes de usar.

A todos aquellos que entran por primera vez debo decirles que, aunque la mayoría de las "aventuras" de Jubilated Man se pueden leer por separado debido a que son historias cortas, es recomendable comenzar desde el "día 1" e ir siguiendo el orden, pues es posible que en alguna historia se haga mención a hechos o personajes que podrían haber aparecido en "días" anteriores. También quiero aprovechar para advertir, que el lenguaje usado por nuestro personaje, podría no ser apto para sensibles y/o menores de edad. Sin más, les dejo con Jubilated Man. Disfruten cada domingo de una nueva página del diario.

domingo, 3 de mayo de 2015

Día seis.

Tengo el culo como si una rata hubiera estado bebiendo en él toda la noche. Me duele como no me había dolido jamás el disparo de un rifle antitanque. Es como si tuviera metida la boquilla de un soplete con el hierro al rojo vivo.

Según el simpático del doctor Lindemann sólo es una hemorroide. Una puta almorrana que me ataca con más furia que todos los ejércitos del mundo juntos, apenas me puedo mover y ni siquiera puedo ni pensar en sentarme sin que me duela, y el muy jodido me dice que "sólo es una hemorroide". ¡Es una puta bomba atómica estallando en mi jodido culo!

Me paso el día tumbado boca abajo, tratando de no pensar, de no sentir, de no existir por tal de no notar a ese monstruo devorándome. Y por difícil que parezca, casi lo consigo. Hasta que el puto Ray entra en mi habitación haciéndose el simpático, soltando sus bravuconadas y contándome batallitas de cuando se metía en su armadura robótica de Gamma-Ray.

Maldito hijo de puta, te metía tu jodida armadura por el círculo de los amores de tu apestoso culo hasta lo más hondo de tu ser. Siento que hiervo de rabia, la ira se apodera de mí y recorre todo mi cuerpo, hasta que llega a mi amiga almorrana. Entonces ésta se inflama como mil demonios y siento que necesito morir, o eso, o tranquilizarme, pero es tan hartamente imposible calmarse teniendo al cenizo de Ray, metido en mis tímpanos con su maldita voz penetrantemente aguda...

Entonces el capullo me pregunta que si me pasa algo. ¿Será huevón? No, no me pasa nada, estoy muriendo en vida, pero me encuentro fenomenal, saco de pulgas. En ese momento, es como si algo hiciera una conexión telepática desde mi almorrana hasta su pútrido cerebro de tecno-científico, y el tipo echa la cabeza atrás y dice saber lo que me pasa. Me dice que no me preocupe, y que ahora vuelve. ¡Vete, mamón! ¡Vete y tírate con tu silla rodando por las escaleras, a ver si te rompes la crisma!

Al rato vuelve con una pistolita que casi parece de juguete. Me dice que él tiene este problema a menudo y que un día inventó un chisme para reducir el tamaño de la hemorroide hasta el punto de que apenas se note. ¿Qué queréis que haga? Se trata de un asunto de vida o muerte, así que me bajo el pantalón y le pongo el culo en la cara. Él hace su magia con la pistolita y siento que mi trasero respira de nuevo, el alien ya no está.

Lleno de alegría siento que vuelvo a ser humano, y mirando a Ray orgulloso de su invento, recuerdo que tampoco era tan mal tipo. Quizás es que siempre tuve envidia de su fortuna, y sus ligues, y su fama... Pero en el fondo, sé que las veces que hemos luchado codo con codo, han sido las mejores, y que siempre fue un tío con el que se podía contar.

Quizás no esté tan mal esto de tener un amigo aquí dentro después de todo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario