Leer antes de usar.

A todos aquellos que entran por primera vez debo decirles que, aunque la mayoría de las "aventuras" de Jubilated Man se pueden leer por separado debido a que son historias cortas, es recomendable comenzar desde el "día 1" e ir siguiendo el orden, pues es posible que en alguna historia se haga mención a hechos o personajes que podrían haber aparecido en "días" anteriores. También quiero aprovechar para advertir, que el lenguaje usado por nuestro personaje, podría no ser apto para sensibles y/o menores de edad. Sin más, les dejo con Jubilated Man. Disfruten cada domingo de una nueva página del diario.

domingo, 12 de julio de 2015

Día dieciséis.

Esta tarde estábamos tomando el té viendo el programa de Ana Clavel: "amor de cartera" cuando, la alarma que Ray había conectado con la emisora de la policía empezó a pitar. A toda prisa nos reunimos en la habitación y pudimos oír que Infame había vuelto a escapar de prisión y estaba haciendo de las suyas por el centro de la ciudad.

Tras un largo vuelo desde la urbanización en la que está la residencia llegamos a la ciudad y enseguida vimos el desastre que estaba causando Infame. Tenía un edificio entero cubierto de moho negro y varias calles de los alrededores estaban infestadas de hongos. La policía intentaba entrar en la zona, pero el moho les atrapaba enseguida convirtiéndolos en setas gigantes.

Así era el modus operandi de Infame, uno de los más viejos supervillanos que aún seguía en activo. Se presentaba en cualquier lugar como un personajillo enclenque y asustadizo y, cuando lo creía oportuno, comenzaba a expulsar moho de su trasero. Eran... pedos mohosos. Éstos contaminaban todo el área cubriéndolo todo de un manto negro viscoso que, al entrar en contacto con cualquier ser vivo lo consumía, dejando en su lugar una asquerosa seta de podredumbre que lanzaba nuevas esporas que, a su vez, contaminarían zonas nuevas. Alguien, no recuerdo quien, inventó un sistema para retenerle como prisionero. Éste era capaz de filtrar lo que saliera del recto  para evitar cualquier tipo de escape de gas moho. Por lo visto, de algún modo Infame había logrado deshacerse del filtro escapando así de prisión por enésima vez.

Y allí estaba, dentro de la recepción de un hotel cinco estrellas soltando todo lo que llevaba dentro. Por otro lado, allí estábamos nosotros también. La Liga de los Jubilados lista para salvar al mundo.

En cuanto Ray preparó unas máscaras para aislarnos de las esporas entramos en acción. Y la verdad, no fue nada difícil acabar con Infame. Un puñetazo de los guantes machacacráneos de Julius le dejó fuera de combate. Una vez noqueado, Roberto echó a volar con su andador para volver poco después con el filtro antimoho que retendría a Infame. Tan sólo teníamos que introducir los veintisiete centímetros de filtro por... sí, por ahí. Todos nos miramos esperando quién sería el que daría un paso al frente. Nadie lo hizo, así que recordé lo que tantas veces hemos sufrido los que nos dedicábamos a salvar inocentes, los villanos siempre acaban volviendo.

Un ratero robará cuando tenga hambre, un pandillero matará cuando se vea acorralado, pero un villano convierte el crimen en su forma de vida. Un villano nunca cambia. Así que hice lo que tenía que hacer. Marqué la diferencia y le rompí el cuello. No más Infame. No más gas moho.


Al principio, todos me miraron extrañados pero tras una charla les recordé que ése era uno de nuestros principios. Una de las bases sobre las que creamos la Liga de los Jubilados. A diferencia del resto de héroes, nosotros no dejamos que el mal vuelva para vengarse. Todos parecen haberlo entendido bien, pero horas más tarde, mientras cenábamos viendo "Las medias largas" sentí que quizás ya no me miran como antes. Es como... como si desconfiaran de mí.

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