Esta tarde estábamos tomando el té
viendo el programa de Ana Clavel: "amor de cartera" cuando, la alarma
que Ray había conectado con la emisora de la policía empezó a pitar. A toda
prisa nos reunimos en la habitación y pudimos oír que Infame había vuelto a
escapar de prisión y estaba haciendo de las suyas por el centro de la ciudad.
Tras un largo vuelo desde la
urbanización en la que está la residencia llegamos a la ciudad y enseguida vimos
el desastre que estaba causando Infame. Tenía un edificio entero cubierto de
moho negro y varias calles de los alrededores estaban infestadas de hongos. La
policía intentaba entrar en la zona, pero el moho les atrapaba enseguida convirtiéndolos
en setas gigantes.
Así era el modus operandi de
Infame, uno de los más viejos supervillanos que aún seguía en activo. Se
presentaba en cualquier lugar como un personajillo enclenque y asustadizo y,
cuando lo creía oportuno, comenzaba a expulsar moho de su trasero. Eran...
pedos mohosos. Éstos contaminaban todo el área cubriéndolo todo de un manto
negro viscoso que, al entrar en contacto con cualquier ser vivo lo consumía,
dejando en su lugar una asquerosa seta de podredumbre que lanzaba nuevas
esporas que, a su vez, contaminarían zonas nuevas. Alguien, no recuerdo quien,
inventó un sistema para retenerle como prisionero. Éste era capaz de filtrar lo
que saliera del recto para evitar cualquier
tipo de escape de gas moho. Por lo visto, de algún modo Infame había logrado
deshacerse del filtro escapando así de prisión por enésima vez.
Y allí estaba, dentro de la
recepción de un hotel cinco estrellas soltando todo lo que llevaba dentro. Por
otro lado, allí estábamos nosotros también. La Liga de los Jubilados lista para
salvar al mundo.
En cuanto Ray preparó unas
máscaras para aislarnos de las esporas entramos en acción. Y la verdad, no fue
nada difícil acabar con Infame. Un puñetazo de los guantes machacacráneos de Julius
le dejó fuera de combate. Una vez noqueado, Roberto echó a volar con su andador
para volver poco después con el filtro antimoho que retendría a Infame. Tan
sólo teníamos que introducir los veintisiete centímetros de filtro por... sí,
por ahí. Todos nos miramos esperando quién sería el que daría un paso al
frente. Nadie lo hizo, así que recordé lo que tantas veces hemos sufrido los
que nos dedicábamos a salvar inocentes, los villanos siempre acaban volviendo.
Un ratero robará cuando tenga
hambre, un pandillero matará cuando se vea acorralado, pero un villano
convierte el crimen en su forma de vida. Un villano nunca cambia. Así que hice
lo que tenía que hacer. Marqué la diferencia y le rompí el cuello. No más
Infame. No más gas moho.
Al principio, todos me miraron
extrañados pero tras una charla les recordé que ése era uno de nuestros
principios. Una de las bases sobre las que creamos la Liga de los Jubilados. A
diferencia del resto de héroes, nosotros no dejamos que el mal vuelva para
vengarse. Todos parecen haberlo entendido bien, pero horas más tarde, mientras
cenábamos viendo "Las medias largas" sentí que quizás ya no me miran
como antes. Es como... como si desconfiaran de mí.
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