Esta noche no hay pastillas que
me ayuden a dormir. Cada vez que cierro los ojos, un sonido intermitente invade
mi mente. Es un crujido, el de un cuello rompiéndose y que suena una y otra
vez, y otra, y otra...
Cuando ya no soporto el dar otra
vuelta más en la cama me levanto y voy a sentarme frente al ventanal del salón.
Afuera, el sol comienza a despuntar trayendo un nuevo día.
De alguna forma extraña en el asilo
todo es silencio, no se oye ni el volar de un mosquito, y todo este silencio no
hace más que empeorar la sensación que noto dentro de mí. Es como un vacío,
como un agujero que engulle lo que llevo dentro, destrozando mi alma. Es la
culpabilidad, y tal vez arrepentimiento; pero sé que no hay vuelta atrás. Tal
vez mis últimas decisiones no hayan sido las más adecuadas o las más correctas
para vivir feliz y sin culpa, pero han sido las decisiones que alguien tenía
que tomar. ¿O no?
No puedo dejar de darle vueltas a
ello. Todos podemos ayudar, todos podemos salvar e incluso retener a alguien
culpable de algo para que sea juzgado. Desde ese punto de vista, cualquiera
puede ser un héroe. Pero ¿quién nos da la libertad de segar una vida? ¿Quién
nos permite ser el verdugo?
El engranaje en mi cabeza sigue
dando vueltas a lo mismo cuando de pronto, la luz del salón se enciende. Es Myriam
que ya comienza la rutina del día. Sorprendida, se me acerca y me pregunta qué
hago ahí sentado tan temprano. Miento diciéndole que he dormido demasiado y que
necesitaba estirar las piernas un momento. Ella me sonríe y me dice que debe ir
a despertar a los más perezosos porque "alguien tiene que hacerlo", y
se marcha.
Alguien tiene que hacerlo.
Siempre hay alguien que tiene que hacer lo que a los demás no nos gusta.
Siempre hay alguien que tiene que hacer cosas que a todos molestan. Desde el
que tiene que sacar la basura, hasta el que tiene que poner una inyección
letal. Y todo se resume en una sola frase, tanto las cosas más tontas e
insignificantes, como las más horribles: "alguien tiene que hacerlo".
¿Será así? Lo hice porque alguien
tenía que hacerlo. Acabé con la vida de un ser vivo porque alguien tenía que
hacerlo. Alguien tenía que hacerlo.
Todas estas dudas, toda esa
cantinela repitiéndose una y otra vez en mi cabeza me llevan a un mismo punto.
Alguien tiene que ser el malo. ¿Me ha tocado a mí ser ése tipo de malo? ¿O he
sido yo mismo quien lo ha elegido?
Ray llega entonces con su silla y
se coloca a mi lado. Me mira y me dice más con sólo una mirada de lo que podría
haberme dicho con palabras. Sabe lo que está pasando en mi cabeza, me
comprende, me apoya. Y simplemente se queda ahí sentado, a mi lado, viendo cómo
termina de amanecer.
Pero ¿es eso lo que quiere
transmitirme Ray, o es lo que yo quiero entender?
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