Leer antes de usar.

A todos aquellos que entran por primera vez debo decirles que, aunque la mayoría de las "aventuras" de Jubilated Man se pueden leer por separado debido a que son historias cortas, es recomendable comenzar desde el "día 1" e ir siguiendo el orden, pues es posible que en alguna historia se haga mención a hechos o personajes que podrían haber aparecido en "días" anteriores. También quiero aprovechar para advertir, que el lenguaje usado por nuestro personaje, podría no ser apto para sensibles y/o menores de edad. Sin más, les dejo con Jubilated Man. Disfruten cada domingo de una nueva página del diario.

martes, 31 de marzo de 2015

Día uno.

Cuando recibí mis súper-poderes nadie me dijo que llegaría un día en que éstos se acabarían marchitando. De haberlo sabido quizá... bueno... ¡no me habría esforzado tanto, joder! Sí, la gente a la que ayudaba era agradecida, pero ¿y qué? ¿Una palmadita en la espalda por recibir tres impactos de bala? ¿Unos elogios en la portada de un periódico por soportar 28 puñaladas? Eso no cubre una mierda de los gastos diarios. Y claro, con el afán de cambiar el mundo, las ganas de hacer un bien a la sociedad... ¡Joder! La puta responsabilidad a lo Peter Parker...

Todo esto te hace combinar la vida de superhéroe con la de un currito normal y, claro, lo de trabajar en un periódico es cosa de los cómics. Yo he tenido que trabajar de peón, dependiente, barrendero, camarero y mil cosas más que ahora no recuerdo. ¿Qué pensabas, que ibas a poder salir a salvar el mundo en tus horas de trabajo? Y una mierda. Cada vez que he hecho eso, he perdido un empleo. Y así me ha ido, que ahora tengo un currículum con veinte páginas a dos caras.

Y de dormir mejor ni hablar... Entre el trabajo y las salidas heroicas, apenas me quedaba tiempo ni para cagar. Traté de buscar pareja, pero es totalmente imposible mantener una identidad secreta al lado de una mujer. Es como si lo olieran en tu ropa o lo leyeran en tus ojos. Así que si acabas de recibir súper-poderes, mejor que te hagas una suscripción a un canal "X".

Pero todos esos inconvenientes no eran más que chorradas cuando echaba a volar. No sentía paz en ningún sitio como estando en el aire. Era subir unos metros y el dolor de la ciudad encogía, mis sentidos se relajaban y una especie de burbuja de armonía me envolvía al instante. Es lo que más echo de menos. Ahora, sin mis poderes, me siento encastrado al suelo. Es como si hubiera perdido la noción de dónde acaba mi cuerpo y empieza el asqueroso suelo. Lo odio. Es como si me hubiera vuelto claustrofóbico, me hubieran metido en un ataúd y estuviera enterrado a diez metros bajo el suelo.

A esa sensación maldita hay que añadirle el dolor. Supuestamente por aquello de que la energía ni se crea ni se destruye, al perder los poderes comencé a sentir de golpe todo el dolor que me habían causado a lo largo de mis años de batallas. Las pastillas ayudan, tomo 18 pastillas durante el día, más de una pastilla a la hora. Una vez supliqué por una vía de morfina, pero estos indeseables no me hacen ni puto caso. Los muy cabrones me toman por un viejo senil. Creen que invento todas mis putas historias de superhéroe porque algo está fallando en mi cerebro. Ya me gustaría enseñarles lo que falla en mi cerebro de una súper-patada en sus asquerosos culos... Si al menos pudiera levantar mi pierna lo suficiente como para dársela...

Después de más de 50 años luchando por el bien y la justicia, ahora tengo que pasar los días entre dolores y miradas de lástima. Suerte que aún conservo la memoria, doy gracias por no estar como Berta, la pobre huele sus pedos y grita a quien esté a su lado porque ni siquiera recuerda haber sido ella la que se los tiró. Gracias a mi memoria paso mejor los días, recordando mis hazañas, recordando que un día, fui un superhéroe.