Leer antes de usar.

A todos aquellos que entran por primera vez debo decirles que, aunque la mayoría de las "aventuras" de Jubilated Man se pueden leer por separado debido a que son historias cortas, es recomendable comenzar desde el "día 1" e ir siguiendo el orden, pues es posible que en alguna historia se haga mención a hechos o personajes que podrían haber aparecido en "días" anteriores. También quiero aprovechar para advertir, que el lenguaje usado por nuestro personaje, podría no ser apto para sensibles y/o menores de edad. Sin más, les dejo con Jubilated Man. Disfruten cada domingo de una nueva página del diario.

domingo, 31 de mayo de 2015

Día diez.

Hoy me voy a la cama agotado y entusiasmado al mismo tiempo. Caminando entre cabezadas como un zombie, en lugar de cerebros, busco con ansia la cama. Ha sido un día duro desde que salieron los primeros rayos de luz, desde entonces y a lo largo del día, Ray y yo hemos estado tanteando a los ancianos que nos parecían aptos y les hemos citado para la noche.

Más tarde, cuando han apagado todas las luces, nos hemos reunido en la habitación de Ray. Allí, tras exponer nuestras intenciones, hemos tomado nota de las cualidades de cada uno para que Ray pueda encargar a su empresa unas herramientas adecuadas. Por ejemplo Roberto, dispondrá de un nuevo andador propulsado y totalmente equipado para atrapar e inmovilizar. Leonor irá armada con un bastón ligero pero a la vez duro como el acero, el mismo también irá dotado de un disparador de balas capaces de dejar inconsciente a cualquiera que se vea alcanzado. Y así hasta un total de seis miembros; Ray, Leonor, Roberto, Julius, María y yo mismo.

Al decidir sobre cuál sería nuestra forma de actuar frente a delincuentes, nos hemos puesto de acuerdo enseguida. La justicia es muy ambigua, y demasiadas veces depende más del tamaño de la cartera de quien es juzgado que del propio crimen cometido. La edad nos ha dado a todos la experiencia suficiente como para saber lo que es justo y lo que no, y será precisamente en esa experiencia en lo que nos basemos para juzgar nuestros actos. Si la haces la pagarás sin importar los ceros de tu cuenta de ahorros. Si mereces un castigo, nosotros te lo daremos sin mirar quién es tu padre o a quien conoces. Y usaremos todos los medios a nuestro alcance para que cambies de actitud, al fin y al cabo, somos ancianos y tenemos la sabiduría necesaria para aleccionar a los más jóvenes.

A la hora de decidir el nombre del grupo hemos tenido algunos problemas, ya que la mayoría tiraba de nombres demasiado clásicos como Justice Group o Revengers. Nombres que ya han sido utilizados antes por antiguos superhéroes. En ese punto, tanto Ray como yo hemos sido inflexibles. Nosotros no somos superhéroes. No tenemos superpoderes, y tampoco una enorme responsabilidad. Nuestra intención es cambiar el mundo más por servir de ejemplo que por nuestros propios actos. Queremos que se hable de nosotros como algo nuevo, algo especial. No queremos que se nos confunda con nuevos superhéroes renacidos para salvar al mundo. El mundo está tan jodido, que ni todos los superhéroes del globo podrían darle la vuelta a la tortilla. Es la gente de la calle la que puede lograr un cambio. Gente normal y corriente, con debilidades y sin grandes habilidades. Eso es lo que queremos resaltar, que cualquiera puede hacer algo para mejorar el lugar en que vivimos. Por esto, hemos querido nombrar a nuestro grupo con un nombre sencillo, un nombre que no haga pensar en fuerzas superiores, sino todo lo contrario.


Una vez explicado este punto, todos han estado de acuerdo al oír el nombre. Desde ésta misma noche, daremos comienzo al cambio bajo el nombre de: La Liga de los Jubilados.

domingo, 24 de mayo de 2015

Día nueve.

Hoy los de la residencia nos han llevado a todos a dar un paseo por el nuevo centro comercial, inaugurado hace una semana a tan sólo dos calles del asilo. Ha sido un día digno de recordar.

Primero hemos asistido a una conferencia en la que nos han soltado un rollo sobre disfrutar del tiempo cuando ya no tienes nada que hacer. Lo gracioso es que la conferencia la daba un tipo al que aún le quedan muchos años con mucho por hacer.

Después del tostón nos han dado libertad para pasear a nuestras anchas. Ray y yo hemos comenzado a charlar de los viejos tiempos mientras paseábamos por allí, criticábamos el que hoy día no haya ningún súper grupo para salvarle el culo al planeta. El último grupo se separó hace más de quince años, cuando Trauma-Girl pilló a Puño de Oro en la cama con Rosa Escarlata. Desde entonces, los pocos superhéroes que aún ejercen, lo hacen por libre.

Charlando hemos parado a comprar unas latas de refresco, sin gas por supuesto; es curioso lo mal que me sienta el gas ahora cuando antes prácticamente, todo cuanto bebía tenía más burbujas que líquido...

En fin, íbamos tranquilamente pasando junto a las tiendas cuando, de pronto, ha salido un tipo corriendo de una joyería. Tras él, el dueño salió pidiendo ayuda a gritos.

De forma instintiva, Ray ha acelerado su silla para perseguir al mangante y yo, he realizado un lanzamiento alto de lata de refresco. El impacto contra la cabeza del chorizo ha resonado por todo el centro comercial, acallando hasta el mismísimo hilo musical. Pese a ello, la fuerza con la que lo he lanzado no ha sido suficiente para detener al ladrón, que ha seguido corriendo tras sólo unos segundos de confusión.

Ray le seguía de cerca con su silla de ruedas modificada a una velocidad sorprendente pero, aún así, el caco le sacaba ventaja a cada zancada. El cabrón, en lugar de un chorizo parecía un maratoniano a juzgar por cómo corría.

Estaba a punto de escaparse, pero entonces ha entrado en juego Leonor. Con su metro sesenta y dos de estatura, sus piernas y brazos escuálidos y arrugados, y sus gafas de culo de vaso, se ha plantado delante del ladrón, bastón en mano y mirada asesina.

El tipo ni siquiera lo ha visto venir. Cuando se ha fijado en la presencia de Leonor ya era tarde. Ella ya había comenzado el movimiento que acabaría partiendo en dos el bastón en la cabeza del chorizo, que se ha desplomado en el suelo al instante. Luego todo han sido vítores y alabanzas hacia la heroína del día.

Más tarde, ya en la residencia, Leonor nos ha contado a mí y a Ray que lo que la ha hecho actuar así, ha sido ver cómo nosotros hemos tratado a su vez de detener al ladrón. Eso le ha dado fuerzas de hacer algo que para ella hubiera sido impensable de no tener un ejemplo a seguir.


Puede que sea una tontería, pero esto me da la idea de que quizá sea éste un buen momento para iniciar un nuevo súper grupo, aunque ninguno tengamos súper poderes. Al fin y al cabo, tenemos que disfrutar del tiempo ahora que no tenemos nada que hacer...

domingo, 17 de mayo de 2015

Día ocho.

Esta noche me acuesto tarde tras pasar horas hablando con Ray. Me ha contado cómo se convirtió en Gamma-Ray, que es algo que nunca le había contado a nadie, y la verdad es que me ha sorprendido bastante.

Desde que lo vi por primera vez en las noticias me lo imaginé como un científico chiflado por la tecnología. Alguien con la inteligencia suficiente como para construirse un traje robotizado como aquél, tenía que serlo... Nada más lejos.

Ray siempre había sido el típico chico que pasa desapercibido. Tímido, encerrado en su mundo y siendo ignorado por el resto de sus compañeros, ni siquiera le usaban como objeto de burla. Se movía por el mundo como un fantasma sin hablar con nade. Acostumbrado a su soledad, solía pasar tardes enteras paseando por el bosque. Simplemente le gustaba caminar, sentir que todo lo que le rodeaba estaba vivo y le hacía compañía.

Aquella tarde iba a ser como muchas otras, un largo paseo por el bosque, un descanso tumbado sobre las rocas junto al lago, ver ponerse el sol y disfrutar de las estrellas hasta la hora de la cena. Pero cuando la noche comenzó a caer, ocurrió algo que cambiaría su vida para siempre.

Permanecía tumbado admirando la infinidad de estrellas cuando percibió que una de ellas parecía moverse. Era como si se acercara cada vez más, pero era tan pequeña que resultaba casi imperceptible. Trató de frotarse los ojos, pensando que era más cosa de su vista cansada que de algo real y, cuando volvió a abrirlos, algo cayó al lago haciendo un ligero chapoteo. Ray miró y comprobó por las ondas que se habían formado que, efectivamente, algo pequeño había caído al agua. Entonces vio brillar un objeto en el fondo.

Hizo lo que todo joven inconsciente hubiera hecho; tirarse al agua para ver qué era. Buceó hasta alcanzar el origen de la luz y comprobó que era un pequeño fragmento de metal que brillaba como una estrella. Con él, volvió a la superficie. Y nada más salir del agua, del pequeño objeto surgió un fino punzón que se le clavó en la palma de la mano. Dolorido trató de soltar el objeto, pero éste se había aferrado con mucha fuerza. Cuanto más tiraba para sacarlo, más se clavaba el metal, introduciéndose bajo su piel cada vez más. Cuando no pudo soportar más el dolor, se desmayó.

Entonces sintió como si su cerebro se conectara a una base de datos y, automáticamente, supo que el extraño metal que ahora formaba parte de él, tenía vida propia. Era una forma de vida extraterrestre y su nombre era Gamma. El ser era un simbionte que necesitaba de un anfitrión para vivir, a cambio ofrecía protección al cuerpo que ocupaba. Podía cubrirlo de metal extra resistente, como si de una armadura se tratase. Gamma era puro conocimiento estelar y ese conocimiento también pasó a formar parte de Ray. Desde ese momento, Ray no volvería a estar sólo jamás. En su mente, siempre conviviría con Gamma y juntos, serían Gamma-Ray.


Ahora, con un cuerpo agotado y viejo, Gamma necesitaba cambiar de anfitrión y hace unos años le abandonó dejándole con una biblioteca de conocimientos sobrehumanos. Pero desgraciadamente, ni todo el conocimiento del cosmos puede evitar que te sientas solo, y en un sitio como éste, la soledad está a la orden del día. 

domingo, 10 de mayo de 2015

Día siete.

¿Recordáis aquella canción del marcapasos? Pues yo estoy convencido de que su autor se basó en la olvidada Corazón Biónico.

Se llamaba Martha y desde muy jovencita, arrastraba una rara enfermedad del corazón. Tras varios sustos, un científico llamó un día a su puerta y ofreció una nueva posibilidad experimental a unos padres desesperados. Le realizarían una operación para instalarle un aparato único en el mundo, un corazón biónico. Éste funcionaría junto con el de Martha y, guiado por el auténtico, serviría de apoyo en los momentos en que los latidos se volvieran más débiles.  Aquellos ojerosos padres, aceptaron enseguida.

Tras la operación, Martha se convirtió en una deportista. Amaba hacer todo aquello que su enfermedad le había privado durante tantos años. Atletismo, lucha, musculación... Realizaba todo tipo de deporte y todo, a límites insospechados. La ventaja de tener un doble corazón la hacía sobresalir del resto. En tan sólo unos meses, se convirtió en deportista de élite.

Entonces durante un duro entrenamiento su corazón, el de verdad, dijo basta. Se paró y jamás volvió a latir. Pero donde cualquiera hubiese muerto, el segundo corazón de Martha la mantuvo viva. Y no sólo eso, ya no tenía un músculo imperfecto con posibilidades de fallar. El aparato que un día le instalaron no tenía límites, podía bombear a velocidades infinitamente superiores, haciendo que el cuerpo de Martha se sobrealimentara y pudiera funcionar muy por encima del de cualquier otro ser humano. Con esa habilidad y debido a la obsesión de Martha por el entrenamiento, sólo fue cuestión de tiempo.

Su cuerpo superaba en velocidad a un tren, sus piernas saltaban por encima de los edificios, con sus brazos doblegaba el acero como si fuera plastilina. Martha se convirtió así en Corazón Biónico. Como muchos otros ya hicieron antes, decidió meterse en un traje y lanzarse a las calles a luchar por la justicia. Su nueva carrera profesional duró una semana.

Pasó demasiado pronto de ayudar ancianas a bajar a su gato del árbol, a detener atracos a mano armada. Las primeras dos veces lo hizo mejor de lo que lo había hecho nadie antes. Sin heridos, sin daño a la propiedad. Sin ni siquiera dar tiempo a que una bala saliera de las armas de los mangantes. Tal vez eso fue lo que hizo que durase tanto tiempo en el negocio al fin y al cabo.

A la tercera va la vencida para todos, menos para Corazón Biónico. Para ella, el exceso de confianza extraído de los maravillosos titulares y de las pajas mentales de los comentaristas de televisión, la llevó a un charco de sangre. Y de la forma más tonta posible.


Ella tenía de nuevo la situación controlada, los chorizos asustados y desarmados, los rehenes comenzando a levantar la cabeza del rincón donde se habían agazapado. Entonces, Pedrito el segurata novato, quiso echar una mano. Sacó su pistola con nervios de gato apaleado sin darse cuenta de que no tenía el seguro puesto. Trató de apuntarla hacia los malos, pero en su camino la mira del arma pasó sobre la figura de Corazón Biónico. Un bang que dejó los oídos de todos pitando, y un charco de sangre saliendo de la cabeza de la pobre Martha. Era muy fuerte, sí. Pero no antibalas. Al día siguiente, Pedrito empezó a trabajar vendiendo helados.

domingo, 3 de mayo de 2015

Día seis.

Tengo el culo como si una rata hubiera estado bebiendo en él toda la noche. Me duele como no me había dolido jamás el disparo de un rifle antitanque. Es como si tuviera metida la boquilla de un soplete con el hierro al rojo vivo.

Según el simpático del doctor Lindemann sólo es una hemorroide. Una puta almorrana que me ataca con más furia que todos los ejércitos del mundo juntos, apenas me puedo mover y ni siquiera puedo ni pensar en sentarme sin que me duela, y el muy jodido me dice que "sólo es una hemorroide". ¡Es una puta bomba atómica estallando en mi jodido culo!

Me paso el día tumbado boca abajo, tratando de no pensar, de no sentir, de no existir por tal de no notar a ese monstruo devorándome. Y por difícil que parezca, casi lo consigo. Hasta que el puto Ray entra en mi habitación haciéndose el simpático, soltando sus bravuconadas y contándome batallitas de cuando se metía en su armadura robótica de Gamma-Ray.

Maldito hijo de puta, te metía tu jodida armadura por el círculo de los amores de tu apestoso culo hasta lo más hondo de tu ser. Siento que hiervo de rabia, la ira se apodera de mí y recorre todo mi cuerpo, hasta que llega a mi amiga almorrana. Entonces ésta se inflama como mil demonios y siento que necesito morir, o eso, o tranquilizarme, pero es tan hartamente imposible calmarse teniendo al cenizo de Ray, metido en mis tímpanos con su maldita voz penetrantemente aguda...

Entonces el capullo me pregunta que si me pasa algo. ¿Será huevón? No, no me pasa nada, estoy muriendo en vida, pero me encuentro fenomenal, saco de pulgas. En ese momento, es como si algo hiciera una conexión telepática desde mi almorrana hasta su pútrido cerebro de tecno-científico, y el tipo echa la cabeza atrás y dice saber lo que me pasa. Me dice que no me preocupe, y que ahora vuelve. ¡Vete, mamón! ¡Vete y tírate con tu silla rodando por las escaleras, a ver si te rompes la crisma!

Al rato vuelve con una pistolita que casi parece de juguete. Me dice que él tiene este problema a menudo y que un día inventó un chisme para reducir el tamaño de la hemorroide hasta el punto de que apenas se note. ¿Qué queréis que haga? Se trata de un asunto de vida o muerte, así que me bajo el pantalón y le pongo el culo en la cara. Él hace su magia con la pistolita y siento que mi trasero respira de nuevo, el alien ya no está.

Lleno de alegría siento que vuelvo a ser humano, y mirando a Ray orgulloso de su invento, recuerdo que tampoco era tan mal tipo. Quizás es que siempre tuve envidia de su fortuna, y sus ligues, y su fama... Pero en el fondo, sé que las veces que hemos luchado codo con codo, han sido las mejores, y que siempre fue un tío con el que se podía contar.

Quizás no esté tan mal esto de tener un amigo aquí dentro después de todo...